Una de las primeras reacciones que solemos ver en personas que tienen dificultades para ver algo de luz en sus caminos hacia la mejora sea cual sea su objetivo es "no puedo". Les propongamos perspectivas, les hagamos preguntas para su reflexión, les ofrezcamos ejemplos o realicemos otro tipo de aproximación al problema en busca de activar alguna respuesta, emerge como un mantra protector, un mantra del miedo al cambio, del miedo a que algo pueda salir mal arrastrando su situación a un punto todavía peor es el "no puedo" o "no soy capaz". Evitar el mal peor o el "tampoco me va tan mal" refleja una inseguridad limitante muy cercana a la deriva patológica que espera a que las circunstancias lo lleven a donde quiere llegar, aunque no tenga nada claro dónde está ese lugar o si ni siquiera existe. ¿Después de esto que nos queda?. La queja, el lamento y la búsqueda de culpables.
Frente a este tipo de situaciones, una recomendación es el trabajo con la motivación. La motivación es muy conocida en los entornos deportivos, recibe mucha visibilidad relacionada con estos entornos y quizás por eso, muchas personas lo creen adscrito a ellos, como si solamente sirviera para que el deportista de turno perciba un cambio en su interior que le dé un plus que lo ayude a conseguir su victoria. Se ha rodeado al concepto de motivación de una épica de película que, al mismo tiempo que lo pinta como algo heroico, la aleja de las necesidades de la cotidianidad de las personas anónimas que, sea por lo que sea, sufren en sus vidas.
Tres aspectos son básicos cuando hablamos de motivación:
- el impulso. Cualquier persona que desee emprender un nuevo camino debe de percibir que tiene algo en su interior que alimenta ese cambio. Puede ser una sensación de urgencia o de necesidad, un deseo, un estado de ánimo positivo, una convicción, el resultado de las palabras de otros o puede venir de cualquier otro lugar ese combustible que encienda la llama que arranque nuestra motivación.
- La dirección. "La potencia sin control no sirve de nada", decía hace años un eslogan publicitario. Una persona que percibe una gran fuerza impulsora pero que no tiene clara su dirección, que no sabe hacia donde dirigirse, podrá encontrarse con que termina chocando contra su propio deseo, que se atropella a sí misma o que se "dispara en su propio pie". Sea como sea, si no se trabaja en la dirección, si no se tiene claro hacia dónde vamos, estamos sumando muchas papeletas para nuestra frustración y para realimentar pensamientos limitantes de "¡ves como no puedo!".
- La persistencia. Es muy habitual escuchar a las personas que se han propuesta objetivos de cambio que "caen" o que abandonan porque les falta, según sus propias palabras, voluntad. La fuerza de voluntad, o la fuerza de su voluntad, esconde detrás muchas cuestiones que pueden ser trabajadas desde la psicología, y que si logramos que trabajen a nuestro favor, nos irán realimentando y nutriendo nuestra idea de nosotros mismos. Con ello, sin darnos cuenta esteremos cada vez más cerca de alcanzar ese cambio que estamos deseando poder celebrar.
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